Una Revisión de
Lago de sangre: un libro de misterio sobre Filomena Buscarsela por Kenneth Wishnia. PM Press edición en español 2018; edición en inglés 2014; Publicado originalmente en 2002
Los anarquistas amantes de las novelas de detectives y de misteriosos asesinatos, a quienes no les gustan los polis, tendrán que suspender momentáneamente su crítica social porque son precisamente la policía, los ex polis y los detectives privados quienes resuelven los crímenes. Los anarquistas, segun la regla, no se encargan de actividades detectivescas de esa índole.
Sin embargo, lo mejor del género de ficción policial no se resume al simple escapismo del “¿Quién lo ha hecho?”, sino que está repleto de críticas y condenas sociales sobre el estado politico y económico actual. ¿Qué tanto tienen en comun estos autores con la visión anarquista? Tal vez de manera indirecta, sus personajes, por lo general, profesan una insistencia obsesiva con reparar el daño social provocado por un hecho violento. De hecho, algunos representan el modelo del poder policial represivo, como es el caso de Mike Hammer, del autor Mickey Spillane. La mayoría, por el contrario, se asemeja a los personajes de Tony Hillerman: Joe Leaphorn y Jim Chee, de la Policía Tribal Navajo, quienes buscan devolver la armonía al mundo resolviendo crímenes violentos.
La quinta y ultima novela de Kenneth Wishnia sobre la serie de Filomena Buscarsela encaja muy bien con esta definición. El autor saca a su heroína de su Ecuador natal, donde era una joven guerrillera revolucionaria, y la transporta a Nueva investigadora privada. La trama laberíntica sigue una pista de sangre que deja un hilo de muertos—sacerdotes que firmaron una declaración de derechos humanos, un periodista que sigue el rastro dejado por quienes maquinaron el caos de una inminente elección presidencial y un candidato que se postula para el cargo.
Filomena no esperaba nada de esto cuando llevó a su hija adolescente a Ecuador para presentársela al resto de su familia y enseñarle la cultura que fue obligada a abandonar veinte años antes. En un abrir y cerrar de ojos, se encuentra en la busqueda del asesino de un sacerdote que la había protegido durante los días de la guerrilla.
Mientras los cadáveres se amontonan, Filomena se convierte en fugitiva de la ley, a través de montañas, esquivando guerrilleros fantasmas de izquierda y escuadrones de la muerte de derecha. Todo esto ocurre en un contexto donde la economía se desmorona, las protestas son reprimidas por el ejército, y las inundaciones y los deslizamientos de tierras no hacen más que acrecentar la sensación de desastre inminente.
Filomena dice: “Realmente existe un patrón. Hasta ahora, el caos me ha seguido dondequiera que vaya.” Y así lo hace, sin respiro.
No obstante, hay mucho más en el libro que una simple trama llena de acción. Los años que Wishnia vivió en Ecuador nos brindan un panorama del país a la vez que vemos a Filomena trepar por las sierras en su huida o colaborar en simples tareas familiares con sus parientes.
Su perspicacia para retratar la cultura y las costumbres de la región se entremezcla con la historia; tanto es así que el libro incluye un glosario para que conozcamos el significado del “aguardiente” que bebe la gente o de la “pollera” que lucen las mujeres indígenas de la montaña.
La edición de tapa dura de 2002 de Lago de sangre fue publicada originalmente en inglés, en un momento en que Ecuador atravesaba una crisis que parecía no tener fin. La historia contiene un gran margen de críticas de izquierda/ liberales que contrastan la evidente riqueza de la clase dominante con la pobreza extrema, dejando entrever la violencia endémica, la corrupción oficial, la naturaleza asesina de la policía y el ejército, el entrenamiento de los escuadrones de la muerte en la Escuela de las Américas de los Estados Unidos, e incluso una crítica incisiva a la “civilización” misma.
Uno no esperaría encontrar perspectivas anarquistas en un libro de estas características, que va más allá de una crítica izquierdista de la relación entre un estado clientelista abominable y brutal y la dominación imperialista que los Estados Unidos ejerce sobre la región, pero inmediatamente uno logra reflexionar sobre los anarquistas que en la actualidad ofrecen una crítica y una resistencia más profunda y exhaustiva en estos países. Pero esa es una historia para otro libro.
La situación de Ecuador es un reflejo del sufrimiento de muchas personas centroamericanas que escapan miles de kilómetros a pie y llegan a la frontera sur de los Estados Unidos huyendo de conflictos similares. Nada de esto representa una mala suerte geográfica, ni ahora ni entonces, sino que es el resultado de la cruel explotación del “Coloso del Norte”.
El final de Lago de sangre no es ese final trillado donde al asesino se lo llevan esposado y por la fuerza. Se exige y se logra obtener cierta justicia, pero los grandes crímenes continuan. Tal como en la vida real.
Peter Werbe es integrante del colectivo editorial de Fifth Estate.
La versión en español de esta reseña ha sido traducida por Luigi Celentano, traductor, escritor y editor de Buenos Aires. undergroundletters.com
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